En cuanto comenzaron a residir gnomos y hadas en la Fuente del Pino, los pajarillos del bosque, chismorreaban entre ellos todo lo que ahí sucedía. Se lo contaron a las cigüeñas de la torre de la iglesia del pueblo y una de ellas, asombrada, hasta anidó en las rocas del lugar. Al regresar al pueblo se lo contó a las golondrinas, que gorjeaban en sus revuelos, por los viejos tejados, hasta que al llegar el otoño emigraron a África occidental.
Imagina que tienen que recorrer 3.500 km, volando unos 1.000 km al día, atravesando el peligroso Estrecho de Gibraltar, con fuertes vientos de levante y el desierto del Sahara, siguiendo ríos, líneas de la costa y reposando en humedales durante la noche. Fue ahí, en pleno Estrecho , donde una golondrina, al bajar planeando a pocos centímetros del agua para cazar insectos, cuando, por un golpe de viento, quedó atrapada en un amasijo de redecillas de plástico (las de los empaques de bebidas, mal tiradas al mar).
Chilló!, chirrió y no paró de moverse, pero era imposible escapar. ¿Quién podría escucharle en medio de ese inmenso mar?, Su lomo también azul pasaba desapercibido. ¿Quién iba a pensar en un simple y pequeño pajarillo?. Pasó horas temblando de frío, pero intentó serenar sus emociones, y ya casi sin fuerza sopló su último canto, cuando de repente, emergió de las aguas un rayo de luz azul. Sintió que una suave brisa le envolvía en su manto y con habilidad de hilandera, serpenteando, le fue desenredando.. y secando. Ahí vio un ser pequeño, de unos quince centímetros.
- ¿Quién eres?, le preguntó.
- ARGAY, el Hada Azul.
- ¡Un hada?! (se asombro la golondrina). Yo he oído hablar de un lugar mágico donde habitan hadas y gnomos. Me lo contó la cigüeña de un precioso pueblo soriano, que se lo contó un petirrojo, que lo vio en el bosque.
- Me encantaría visitar ese lugar y conocer más hadas (respondió Argay), pero, por lo que dices está muy lejos!.
- Será mi regalo por salvarme la vida amiga Argay. ¡Yo te guiare! cuando regrese en primavera.
Dicho y hecho. Al llegar la primavera emprendieron juntas el viaje de regreso, la golondrina redujo su velocidad para que su amiga la siguiera, el hada Argay es un hada de aire, pero gobierna los vientos suaves. Cuando se cruzaban con un lago, bajaban para que Argay se pudiera bañar y así, en la laguna negra conocieron a Viviana, el hada que habita ahí.
Al llegar al pueblo de San Leonardo, saludaron a la cigüeña. Acacaba de criar y en su nido se escuchaba crotorar sin parar, que es como castañear. La cigüeña llevó al hada por los prados de la Magdalena donde encontraron al petirrojo que accedió a llevarla al bosque de la fuente del pino, saltito a saltito encontraron una casita a su gusto.
- ¿Cómo la voy a pintar? pensó en voz alta Argay.
Los pajarillos del bosque que habían oído la historia que la golondrina contó a la cigüeña y este al petirrojo, le llevaron moras y arándanos para pintar su puerta de azul intenso, como su inmenso mar.